Por Simon Lewis y Matt Spetalnick
WASHINGTON, 30 ene (Reuters) – Cuando Marco Rubio llegue a América Latina este fin de semana en su primer viaje al extranjero como secretario de Estado de Donald Trump, se encontrará con una región conmocionada por la diplomacia de choque del nuevo Gobierno.
En los primeros días del segundo mandato de Trump, el nuevo presidente ha redoblado su intención de recuperar el Canal de Panamá, ha enfadado a los brasileños devolviendo a los migrantes con grilletes y ha impuesto brevemente sanciones y aranceles aplastantes a Colombia en una disputa sobre los vuelos de deportación.
La primera parada de Rubio será Ciudad de Panamá, en un momento en que el Gobierno de Trump vuelve a centrar la atención de Washington en América Latina, con el objetivo de contrarrestar la ya amplia influencia china en la región y frenar la migración.
Rubio, el primer secretario de Estado latino, ya ha indicado que el Departamento de Estado será fundamental para ayudar a Trump a lograr su política de “frenar la migración masiva” y el tema estará en primer plano mientras continúa hacia El Salvador, Costa Rica, Guatemala y la República Dominicana.
El Gobierno de Trump ha intensificado las deportaciones, enviando migrantes en aviones militares a países latinoamericanos, entre ellos Guatemala. Los vuelos provocaron un breve enfrentamiento con Colombia el domingo, después de que el presidente Gustavo Petro se negó a permitir el aterrizaje de dos aviones militares, antes de aceptar más tarde enviar aviones colombianos para traer de vuelta a los deportados.
Kevin Whitaker, exembajador de Estados Unidos en Colombia, dijo que la respuesta de Trump de imponer inmediatamente aranceles, así como sanciones y restricciones de visado raramente utilizadas contra Colombia, un aliado de Estados Unidos desde hace mucho tiempo, mostró a los países de la región la seriedad con la que la administración Trump está tomando la migración.
“El mensaje que envió es cuán dispuesta está la administración Trump a usar estas herramientas”, dijo Whitaker, ahora en el centro de estudios Atlantic Council, en una llamada con periodistas.
Trump ha indicado que quiere reafirmar el dominio de Estados Unidos sobre el hemisferio occidental, diciendo que Washington también necesita controlar Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca -una aspiración rechazada firmemente por funcionarios daneses y groenlandeses-, junto con sus amenazas sobre el Canal de Panamá.
Rubio, hijo de inmigrantes cubanos y que habla español con fluidez, es desde hace tiempo un político de línea dura contra Cuba y Venezuela.
Durante el primer mandato de Trump, fue uno de los impulsores de la revocación del histórico acercamiento a Cuba de su predecesor, Barack Obama, y también desempeñó un papel importante en la elaboración de una campaña de “máxima presión” contra Venezuela, que incluía amplias sanciones contra el sector energético del país miembro de la OPEP.
ENFOQUE MIGRATORIO
Inmediatamente después de asumir el cargo, Trump declaró la emergencia nacional en la frontera entre Estados Unidos y México, prohibió el asilo a las personas que huyen de conflictos en sus países de origen y emitió una orden que intenta impedir que los hijos de algunos inmigrantes se conviertan en ciudadanos estadounidenses.
Rubio no tardó en salir al paso.
“Nuestras relaciones diplomáticas con otros países, especialmente en el hemisferio occidental, darán prioridad a asegurar las fronteras de Estados Unidos, detener la inmigración ilegal y desestabilizadora y negociar la repatriación de los inmigrantes ilegales”, dijo Rubio en una nota en la que exponía sus prioridades.
Rubio podría aprovechar su viaje para impulsar los llamados acuerdos con “terceros países”, en los que las naciones aceptan a ciudadanos de otros países deportados por Estados Unidos, así como para allanar el camino a más vuelos de deportación que devuelvan a los inmigrantes a sus propios países, según los expertos.
Cuba y Venezuela tienen relaciones frías con Estados Unidos y han limitado en gran medida el número de deportados que están dispuestos a aceptar, por lo que el Gobierno de Trump probablemente tendrá que encontrar otros países para aceptarlos -potencialmente incluyendo algunos de los países en el itinerario de Rubio.
“Estos son los lugares en los que Trump probablemente piensa que puede presionar para que acepten a estos deportados de otros países”, dijo Will Freeman, miembro de estudios sobre América Latina en el Consejo de Relaciones Exteriores.
Las conversaciones de Rubio con Panamá tendrán lugar a la sombra de las amenazas de Trump. El presidente, durante su toma de posesión, prometió que Estados Unidos recuperaría el Canal de Panamá, pero no ha dado más detalles sobre cuándo o cómo pensaba reclamar el canal -que es territorio soberano de un socio cercano-.
Trump ha arremetido contra las tasas que paga el transporte marítimo estadounidense por utilizar el canal, pero parece más animado por la participación de una empresa china en sus operaciones. El portavoz del Departamento de Estado dijo que el viaje trataría en parte de contrarrestar a China en la región.
En su audiencia de confirmación en el Senado a principios de este mes, Rubio dijo que se podría argumentar que los términos del acuerdo de Estados Unidos con Panamá de que el canal no puede ser entregado a una potencia extranjera se habían incumplido debido a la participación de empresas chinas.
“En realidad, una potencia extranjera posee hoy a través de sus empresas, que sabemos que no son independientes, la capacidad de convertir el canal en un punto de estrangulamiento y en un momento de conflicto. Y eso es una amenaza directa al interés nacional en la seguridad de Estados Unidos”, dijo Rubio.
Los senadores estadounidenses se sumaron el martes a la expresión de alarma por el papel de China en el canal, incluidas las obras de una empresa china en un puente que cruza el canal, y dijeron que plantea riesgos para la seguridad nacional de Estados Unidos.
El gobierno panameño ha negado con vehemencia haber cedido la explotación de la estratégica vía fluvial a China e insiste en que administra el canal de forma justa para todas las embarcaciones.
(Reporte de Simon Lewis y Matt Spetalinick; reporte adicional de Ted Hesson y Michael Martina; Editado en Español por Ricardo Figueroa)