En barrios pobres de Argentina, los vecinos recuerdan a Francisco, el “papa villero” que llegó al Vaticano

Por Lucila Sigal

BUENOS AIRES, 24 mar (Reuters) – En el barrio carenciado 21-24 de Buenos Aires, el pintor Heriberto Ayala recuerda cuando hace décadas el papa Francisco, entonces el arzobispo Jorge Mario Bergoglio, llegaba en el autobús número 70 a visitar la zona y compartir el pan con los vecinos.

Ayala, de 68 años, recuerda especialmente el día en que compartieron una cerveza.

“Teníamos jarras con agua fría y cerveza. Y yo agarré y le dije ‘tome padre’. Le pasé (pero) en vez de pasarle agua, le pasé la cerveza. Me dijo, ‘uh, qué rico que está esto'”, contó Ayala risueño sobre Bergoglio.

En Argentina, muchos celebraron el alta médica del hospital del papa Francisco. En las últimas semanas, el pontífice de 88 años ha estado luchando con la crisis de salud más grave en sus 12 años de pontificado, una ausencia de la vida pública que puso de manifiesto su edad y su fragilidad.

“Con muchísima satisfacción y alegría (recibo la noticia) que el papa se está recuperando”, dijo Héctor Novara en una misa el domingo en Buenos Aires. “Me siento muy identificado con el papa por ser argentino y por las cosas que hace en el mundo”, agregó.

El papa argentino es conocido por su estilo informal y por impulsar reformas liberales e inclusivas dentro de la Iglesia Católica, que muchos relacionan con su experiencia cuando visitaba y predicaba en las villas miserias -como se conoce a los barrios pobres de su país-, lo que más tarde le valió el apodo de “papa villero”.

Reuters habló con media docena de vecinos de la villa 21-24, quienes recordaron al exarzobispo de Buenos Aires como un hombre sencillo, que llegaba en autobús con un portafolio y zapatos gastados y recorría las calles, escuchándolos y compartiendo con ellos las comidas, que muchas veces él mismo servía.

“Recorría todo el barrio, transpirando con nosotros. Lo conozco muy bien. Era buenazo, se sentaba a tomar mate con nosotros”, dijo Antonia Pesoa, una catequista y vecina de 78 años, en referencia a una popular infusión de hierbas. “Nos ayudaba, quería mucho a la gente humilde”, agregó.

En la villa 21-24, líneas eléctricas desordenadas

surcan el cielo sobre edificios coloridos y casas de chapa. Aquí la enfermedad del papa ha desatado una ola de apoyo y oración.

“El papa Francisco para los vecinos de la villa 21 (24) es parte de la familia”, dijo Lorenzo “Toto” de Vedia, padre de la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, quien contó que allí estuvieron muy preocupados por su enfermedad.

“Por supuesto ya hace 11, 12 años que se fue como papa, pero lo sentimos siempre muy cerca”, agregó sobre los vecinos de la villa 21-24 ubicada en el barrio de Barracas.

Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia, nunca regresó a su nativa Argentina desde que fue elegido líder de la Iglesia Católica en 2013, una decisión que muchos atribuyen a su deseo de evitar quedar en medio del polarizado clima político de su país.

Expertos en temas religiosos destacan el intento de Francisco por modernizar la Iglesia y abordar temas como el tratamiento de los inmigrantes y conflictos globales, que le han hecho chocar con figuras religiosas y políticas más conservadoras. Se negó a vivir en el Palacio Apostólico usado por sus antecesores y se movió por Roma en un Ford Focus.

Rita Fernández, de 70 años, cuenta que Bergoglio les decía que prefería más estar en el barrio que en la catedral porque se sentía “en familia” y lo recuerda como un hombre “sencillo”.

“La verdad es que se fue y nunca más lo vimos (…) como charlábamos antes con él, como nos sentábamos en una mesa a comer juntos, entonces eso nos hace falta y lo extrañamos mucho”, contó y recordó emocionada su elección hace 12 años, momento en que estaba con el padre Toto.

“Fue una locura, una emoción que tanto al padre como a mí se nos caían las lágrimas”, contó. “En un segundo se llenó la iglesia, se llenó la calle, la gente llegaba llorando a la iglesia, llorando, porque era una emoción tan grande”, agregó.

Elba Castro, de 83 años, también recordó la época en que Bergoglio visitaba la villa y lamentó que no haya vuelto a “ver a sus hijos”.

“Tengo como un dolor porque pasó por el patio de su casa y no llegó”, dijo Castro citando los múltiples viajes del papa, incluso a países de Sudamérica como Brasil y Paraguay. “¿Y nosotros? ¡Cómo tanto olvido! (…) Él era de acá”, afirmó.

Francisco regresó el domingo al Vaticano, después de cinco semanas internado. Antes de salir del hospital, el papa sonrió y saludó a los simpatizantes que se habían acercado al lugar.

(Reporte de Lucila Sigal. Reporte adicional de Miguel Lo Bianco. Editado por Adam Jourdan/Nicolás Misculin)

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