Por Lucy Papachristou y Guy Faulconbridge
MOSCÚ, 10 abr (Reuters) – Rusia liberó el jueves a una trabajadora de un spa de Los Ángeles condenada a 12 años de cárcel por hacer donaciones a una organización benéfica de ayuda a Ucrania a cambio de un hombre acusado de urdir una red mundial de contrabando de productos electrónicos estadounidenses sensibles a los militares rusos.
El intercambio, que tuvo lugar en el aeropuerto de Abu Dabi, fue confirmado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos y el Servicio Federal de Seguridad de Rusia, principal sucesor del KGB de la era soviética.
Imágenes difundidas por los medios estatales rusos mostraron a Ksenia Karelina, con doble nacionalidad y declarada culpable el año pasado de traición por un tribunal ruso por donar dinero a una organización benéfica con sede en Estados Unidos que presta ayuda humanitaria a Ucrania, volando fuera de Rusia.
Arthur Petrov, doble ciudadano ruso-alemán detenido en 2023 en Chipre a petición de Washington por presunta exportación de microelectrónica sensible, fue mostrado entrando en un avión ruso desde la pista de Abu Dabi y sometiéndose a revisiones médicas.
“Petrov fue canjeado por la ciudadana estadounidense Ksenia Karelina, que también tiene la ciudadanía rusa y fue condenada a 12 años en una colonia penal por traición en forma de ayuda financiera a un estado extranjero”, dijo el FSB en un comunicado. “Expresamos nuestra gratitud a los dirigentes de Emiratos Árabes Unidos por su ayuda”.
The Wall Street Journal, que fue el primero en informar sobre el canje, dijo que el acuerdo fue negociado por el director de la CIA, John Ratcliffe, y un alto funcionario de inteligencia ruso no identificado. Ratcliffe confirmó el intercambio al diario.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos dijo el año pasado que Petrov participó en una trama para adquirir microelectrónica de origen estadounidense a fabricantes que suministraban armamento y otros equipos al ejército ruso.
Asimismo, indicó que Petrov formó un elaborado sindicato de contrabando que enviaba tecnología sensible al complejo militar-industrial ruso a través de una red de empresas fantasma.
(Reporte de Guy Faulconbridge en Moscú, Lucy Papachristou en Londres, Kritika Singh y Kanjyik Ghosh en Bengaluru y Susan Heavey en Washington; editado en español por Carlos Serrano)