22 abr (Reuters) – Las ganancias económicas derivadas de la inteligencia artificial impulsarán la producción mundial en torno a un 0,5% anual entre 2025 y 2030, superando los costos del aumento de las emisiones de carbono de los centros de datos necesarios para ejecutar los modelos de IA, dijo el martes el Fondo Monetario Internacional.
Un informe del FMI publicado en su reunión anual de primavera boreal en Washington señaló, no obstante, que esas ganancias de producción no se repartirían por igual en todo el mundo, e instó a los responsables políticos y a las empresas a minimizar los costos para la sociedad en general.
“A pesar de los problemas relacionados con el aumento de los precios de la electricidad y las emisiones de gases de efecto invernadero, es probable que los beneficios de la IA para el PIB mundial superen el costo de las emisiones adicionales”, afirma el informe.
“El costo social de estas emisiones adicionales es menor en comparación con los beneficios económicos que se espera obtener de la IA, pero aún así se suma a la preocupante acumulación de emisiones”, afirma en el informe titulado “Power Hungry: How AI Will Drive Energy Demand” (Hambre de energía: cómo la IA impulsará la demanda energética).
Se considera que la adopción de la IA impulsará un aumento de la demanda de potencia de procesamiento de datos de alto consumo energético en los próximos años, incluso mientras el mundo se esfuerza por cumplir sus promesas de reducir las emisiones de carbono.
El informe del FMI señalaba que el espacio dedicado a almacenes llenos de servidores en el norte de Virginia, que cuenta con la mayor concentración de centros de datos del mundo, equivalía ya aproximadamente a la superficie de ocho edificios Empire State.
Se calcula que las necesidades mundiales de electricidad impulsadas por la IA podrían más que triplicarse hasta alcanzar unos 1.500 teravatios-hora (TWh) en 2030, más o menos lo mismo que el consumo actual de electricidad de la India y 1,5 veces más que la demanda prevista de vehículos eléctricos en el mismo periodo.
La huella de carbono de este aumento dependerá en parte de si las empresas tecnológicas pueden cumplir sus promesas de reducir drásticamente las emisiones de los centros de datos mediante un mayor uso de energías renovables y otros medios.
¿PODRÍA LA AI MEJORAR LA EFICIENCIA ENERGÉTICA?
El FMI calcula que, con las políticas energéticas actuales, una fuerte adopción de la IA supondría un aumento acumulado global de las emisiones de gases de efecto invernadero del 1,2% entre 2025 y 2030. Unas políticas energéticas más ecológicas limitarían ese aumento a 1,3 gigatoneladas (Gt), según sus estimaciones.
Utilizando una cifra de 39 dólares por tonelada para cuantificar el costo social de esas emisiones, cifraba ese costo adicional entre 50.700 millones y 66.300 millones de dólares, menos que las ganancias de ingresos asociadas al aumento anual de 0,5% del PIB mundial que, según el informe, podría producir la IA.
Según analistas independientes, las repercusiones económicas y medioambientales de la IA dependerán en gran medida de cómo se utilice y, sobre todo, de si puede dar lugar a un aumento de la eficiencia en el uso de la energía o a pautas de consumo global más sostenibles.
El Instituto Grantham de Investigación sobre Cambio Climático y Medio Ambiente afirma que podría incluso provocar una reducción global de las emisiones de carbono si acelerara los avances en tecnologías con bajas emisiones de carbono en los sectores de la energía, la alimentación y el transporte.
“Pero es improbable que las fuerzas del mercado impulsen por sí solas la aplicación de la IA a la acción por el clima”, afirma Roberta Pierfederici, investigadora de Grantham.
“Los gobiernos, las empresas tecnológicas y las compañías energéticas deben desempeñar un papel activo para garantizar que la IA se utilice de forma intencionada, equitativa y sostenible”, añadió, citando la necesidad de financiación y políticas de investigación y desarrollo (I+D) para abordar las desigualdades exacerbadas por los avances de la IA.
(Escrito por y reporte de Mark John en Londres; Editado en Español por Ricardo Figueroa)