(Reuters) – El Banco Central Europeo debería dejar de recortar los costes de financiación, ya que las turbulencias de la economía global están alimentando las presiones sobre los precios y la inflación corre el riesgo de superar el objetivo del 2% a medio plazo, dijo el viernes Isabel Schnabel, miembro del Consejo del BCE.
El BCE ha recortado los tipos de interés siete veces en el último año, mientras la inflación retrocedía rápidamente, y los dirigentes monetarios ya han empezado a sentar las bases para otro recorte el 5 de junio, situando el tipo de depósito en el 2%.
Schnabel, una decidida defensora de la política monetaria restrictiva, echó un jarro de agua fría sobre estas expectativas, argumentando explícitamente a favor de mantener los tipos sin cambios, puesto que ya son lo suficientemente bajos como para no frenar la economía.
“Ahora es el momento de seguir con mano firme”, dijo Schnabel en una conferencia en la Universidad de Stanford. “Lo apropiado es mantener los tipos cerca de donde están hoy, es decir, firmemente en territorio neutral”.
Los mercados financieros ven un 90% de posibilidades de un recorte de tipos en junio y ven otro recorte o dos en los meses siguientes, lo que indica que la opinión de Schnabel va en contra de las apuestas de los inversores.
La complicación para los responsables de política monetaria es que las fuerzas inflacionistas a corto y medio plazo son muy diferentes.
A corto plazo, la inflación podría incluso situarse por debajo del objetivo del 2% del BCE, dados los menores costes de la energía, la fortaleza del euro, el anémico crecimiento económico y la elevada incertidumbre creada por la guerra comercial del Gobierno estadounidense, argumentó Schnabel.
Pero la política monetaria afecta a la economía con mucho retraso y, para cuando una mayor relajación de la política monetaria repercuta realmente en la economía, el lastre de la inflación puede haberse desvanecido y haber sido sustituido por fuerzas muy distintas que hagan subir los costes, argumentó.
La inflación podría verse impulsada por el aumento previsto del gasto público, impulsado por la promesa de Alemania de aumentar la inversión en defensa e infraestructuras. Pero, lo que es más importante, la fragmentación del comercio, un subproducto de los aranceles impuestos por Estados Unidos, también podría elevar los costes e impulsar los precios.
“A medio plazo, es probable que los riesgos para la inflación de la zona del euro se inclinen al alza, reflejando tanto el aumento del gasto fiscal como los riesgos de que los aranceles vuelvan a impulsar los costes y se propaguen por las cadenas de valor mundiales”, afirmó Schnabel.
Schnabel incluso cuestionó el argumento de que los aranceles estadounidenses sin represalias europeas son deflacionistas netos para la zona euro.
“Incluso si la UE no toma represalias, los mayores costes de producción transmitidos a través de las cadenas de valor mundiales podrían compensar con creces la presión desinflacionista procedente de la menor demanda exterior, haciendo que los aranceles sean inflacionistas en su conjunto”, argumentó Schnabel.
Las represalias, ya esbozadas por el bloque, no harían sino magnificar este proceso y mantener más lejos la presión sobre los precios.
Manteniendo la mano firme, el BCE podría asegurarse frente a una amplia gama de posibles escenarios, y este planteamiento sería lo suficientemente sólido como para hacer frente a diferentes situaciones, argumentó Schnabel.
(Información de Balazs Koranyi, edición de Rosalba O’Brien; edición en español de María Bayarri Cárdenas)