Por Efraín Otero y Gabriela Oraa
CAPANAPARO, Venezuela 19 may (Reuters) – El biólogo venezolano Carlos Alvarado, de 34 años, sostiene con una mano el cuello de un caimán joven y con la otra su cola. Con la ayuda de una cinta métrica y calibradores, lo mide, registrando su crecimiento unos días antes de su liberación.
La historia de Alvarado, y la de la denominada especie “Caimán del Orinoco” que cuida, es una historia de esperanza y perseverancia ante adversidades abrumadoras.
Menos de 100 caimanes del Orinoco, uno de los reptiles vivos más grandes del mundo, permanecen en estado silvestre, según la fundación venezolana para la conservación FUDECI. El hábitat natural del animal se encuentra en la cuenca del río Orinoco, que cubre la mayor parte de Venezuela y desemboca en Colombia.
Durante décadas, los hombres y mujeres del Grupo Venezolano de Especialistas en Caimanes han criado estas especies en peligro crítico de extinción en cautiverio, en una carrera contrarreloj para evitar su extinción.
Pero dijeron estar perdiendo la carrera. Décadas de caza furtiva para obtener cuero llevaron al caimán del Orinoco al borde de la extinción, y ahora los venezolanos que luchan por su carne y se alimentan de sus huevos amenazan con asestar el golpe final.
“Solo estamos retrasando la extinción del caimán del Orinoco”, dijo Federico Pantin, director del Zoológico Leslie Pantin en Turmero, cerca de Caracas, especializado en especies en peligro de extinción.
El proyecto, nacido hace más de 20 años entre colegas y distintas organizaciones como el Hato Masaguaral, una finca que es pionera en zoocriaderos en Venezuela, consiste en recoger los huevos del caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) de las zonas ya mapeadas como puntos de nidos, que terminen de madurar en incubadoras y, tras aproximadamente un año, liberarlos a las orillas del río Capanaparo, en el estado Apure y en suroeste del país, uno de sus habitats.
Los científicos crían a los caimanes, alimentándolos con una dieta de pollo, carne de res y vitaminas hasta que cumplen aproximadamente un año y alcanzan un peso de unos 6 kilos. Los caimanes adultos pueden alcanzar más de 5 metros de longitud y vivir décadas. Tienen una coraza ósea y resistente, mandíbulas feroces y dientes afilados.
“Estamos tratando de rescatar a este especie, una especie en peligro de extinción, es una especie que solamente está en la cuenca (del río) Orinoco por eso es que le dicen el caimán del Orinoco y está presente nada más esa cuenca”, dijo Omar Hernández, biólogo y director de FUDECI mientras marcaba la diminuta patita de una cría en el Zoológico Leslie Pantin.
En abril, Reuters acompañó a los científicos en la liberación del grupo de reptiles. Los animales jóvenes fueron colocados en jaulas, con las mandíbulas atadas, durante el viaje desde el zoológico hasta el río Capanaparo.
“La gente te pregunta ¿por qué cocodrilos, si son feos?, a mi me parecen animales fabulosos, tu lo sueltas y se quedan ahí y te miran y empiezan a nadar dentro del río”, dijo Álvaro Velasco, miembro de FUDECI, quien durante el traslado de las especies cubría los ojos de un ejemplar joven con cinta adhesiva para evitar que se estresara durante el viaje.
Camionetas llevaron a los científicos, cocodrilos y voluntarios por caminos lodosos hasta un campamento cerca del río, donde las personas pasaron la noche durmiendo en hamacas. Al día siguiente, sacaron con cuidado a los cocodrilos de sus jaulas y los llevaron al río. Los ejemplares jóvenes se deslizaron hacia las aguas fangosas y verdosas.
“Somos tercos. Es una forma de retrasar la extinción y es algo que está en nuestras manos. Si esperáramos las circunstancias perfectas, nunca llegarían”, agregó Pantin.
(Reporte de Efraín Otero y Gabriela Oraa. Información adicional de Vivian Sequera y Kylie Madry.)