Por David Morgan y Bo Erickson
WASHINGTON (Reuters) -La Cámara de Representantes de Estados Unidos, controlada por los republicanos, aprobó el jueves por un solo voto un ambicioso proyecto de ley de impuestos y gastos que impulsaría gran parte de la agenda política del presidente Donald Trump y cargaría al país con una deuda de billones de dólares.
El proyecto de ley cumpliría muchas de las promesas populistas de la campaña de Trump, ofreciendo nuevas exenciones fiscales a las propinas y los préstamos para automóviles e impulsando el gasto en el ejército y la vigilancia fronteriza.
Sin embargo, sumaría unos 3,8 billones de dólares a la deuda del Gobierno federal —actualmente en 36,2 billones de dólares— durante la próxima década, según la Oficina de Presupuesto del Congreso, que no es partidista.
“¡Esta es posiblemente la ley más significativa que se firmará en la Historia de nuestro País!”, escribió Trump en las redes sociales.
El proyecto de ley, que Trump denominó como “grande” y “bello”, fue aprobado en una votación de 215 a favor y 214 en contra, con la oposición de todos los demócratas de la cámara y dos republicanos. Un tercer republicano votó “presente”, es decir, ni en contra ni a favor.
El paquete debe obtener la aprobación en el Senado, también controlado por los republicanos, antes de que Trump pueda firmarlo y convertirlo en ley. La votación se produjo después de unas sesiones maratonianas durante dos noches seguidas.
La legislación, de 1.000 páginas, ampliaría los recortes de impuestos a empresas e individuos aprobados en 2017 durante el primer mandato de Trump, cancelaría muchos incentivos de energía verde aprobados por el expresidente demócrata Joe Biden y endurecería el acceso a programas de salud y alimentos.
Además, financiaría la ofensiva de Trump contra la inmigración, añadiendo decenas de miles de guardias fronterizos y creando la capacidad de deportar hasta un millón de personas cada año.
El proyecto de ley se aprobó a pesar de la creciente preocupación por la deuda estadounidense, que ha alcanzado el 124% del PIB, lo que había provocado que Moody’s bajara la calificación crediticia de Estados Unidos la semana pasada.
El Gobierno estadounidense ha tenido déficits presupuestarios todos los años de este siglo, ya que tanto las administraciones republicanas como las demócratas han fracasado a la hora de alinear el gasto con los ingresos.
El pago de intereses supuso 1 de cada 8 dólares gastados por el Gobierno estadounidense el año pasado, más que la cantidad destinada al ejército, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.
El porcentaje aumentará a 1 de cada 6 dólares en los próximos 10 años, a medida que el envejecimiento de la población eleve los costos sanitarios y de pensiones del Gobierno, incluso si no se tiene en cuenta el proyecto de ley presupuestaria de Trump.
RUMBO AL ICEBERG
Los inversores, desconcertados por la situación fiscal de Estados Unidos y los erráticos movimientos arancelarios de Trump, están vendiendo cada vez más el dólar y otros activos estadounidenses que constituyen los cimientos del sistema financiero mundial.
El dólar ha caído más de un 10% desde enero, mientras que los rendimientos de los bonos del Tesoro a 30 años, una aproximación a los costos de endeudamiento del Gobierno estadounidense a largo plazo, han alcanzado su nivel más alto desde octubre de 2023.
“Esta noche no estamos reordenando las tumbonas en la cubierta del Titanic. Estamos echando carbón a la caldera y poniendo rumbo directo al iceberg”, dijo el representante Thomas Massie, de Kentucky, uno de los dos republicanos que votaron en contra del proyecto de ley.
Paradójicamente, la creciente deuda ha dado urgencia a los republicanos para aprobar el proyecto de ley, ya que elevaría el techo de deuda del gobierno federal 4 billones de dólares. Esto evitaría la posibilidad de un impago, que, según han advertido las autoridades, podría producirse este verano boreal.
(Información de David Morgan y Bo Erickson; redacción de Andy Sullivan, edición de Scott Malone, Jamie Freed y Saad Sayeed; editado en español por Paula Villalba y Javier López de Lérida)