Por Hussam al-Masri
GAZA, 8 jul (Reuters) – Cada vez que Mansour Abu Al-Khaier mira a través de Gaza, lo único que ve este palestino de 45 años es muerte, destrucción y hambruna tras casi dos años de guerra entre los militantes de Hamás e Israel.
Pero aunque las vidas de los palestinos han quedado destrozadas en el curso de los ataques aéreos y los intensos bombardeos israelíes, Al-Khaier y otras personas rechazan de plano el plan del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respaldado por Israel, de desplazar a los 2,3 millones de habitantes de Gaza.
“Esta es nuestra tierra. ¿A quién se la dejaríamos, adónde iríamos?”, preguntó Al-Khair, un técnico.
Trump, que recibió el lunes en la Casa Blanca al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, indicó avances en una controvertida iniciativa para reubicar a los palestinos fuera del enclave costero.
En declaraciones a los periodistas al comienzo de una cena entre funcionarios estadounidenses e israelíes, Netanyahu dijo que Estados Unidos e Israel estaban trabajando con otros países que darían a los palestinos un “futuro mejor”, sugiriendo que los gazatíes podrían trasladarse a naciones vecinas.
En un intercambio con Trump, Netanyahu dijo: “Si la gente quiere quedarse, puede quedarse. Pero si quieren irse, deben poder hacerlo. No debería ser una prisión. Debería ser un lugar abierto y dar a la gente libre elección”.
El propio Netanyahu dijo que Israel estaba trabajando con Washington para encontrar otros países que acepten dicho plan.
“Estamos trabajando con Estados Unidos muy estrechamente para encontrar países que intenten hacer realidad lo que siempre dicen, que querían dar a los palestinos un futuro mejor. Creo que estamos cerca de encontrar varios países”.
Cinco días después de convertirse en presidente en enero, Trump dijo que Jordania y Egipto deberían acoger a los palestinos de Gaza, al tiempo que sugería que estaba abierto a que esto fuera un plan a largo plazo.
El Cairo y Amán rechazaron rápidamente la idea de Trump de convertir la empobrecida Gaza en la “Riviera de Oriente Medio”, y lo mismo hicieron los palestinos y los grupos de derechos humanos, que dijeron que el plan equivaldría a una limpieza étnica.
Cuando se le preguntó esta semana sobre el desplazamiento de palestinos, Trump dijo que los países que rodean a Israel estaban ayudando. “Hemos tenido una gran cooperación de (…) los países circundantes (…) Así que algo bueno sucederá”, dijo Trump.
Saed, un palestino de Gaza de 27 años, se despertó preocupado con la noticia de que Trump y Netanyahu, cuyo Ejército ha arrasado gran parte de Gaza, volvían a hacer flotar la idea del desplazamiento.
Incluso después de más de 20 meses de guerra y repetidos desplazamientos internos, sigue profundamente apegado a Gaza, una franja diminuta y densamente poblada que es a su vez el hogar de generaciones de refugiados de la guerra de 1948 que condujo a la creación de Israel.
“Tenemos derecho a marcharnos por nuestra propia voluntad y visitar otros países, pero rechazamos el plan de desplazamiento como palestinos”, afirmó Saed.
Los palestinos llevan mucho tiempo intentando crear un Estado independiente en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, ocupadas por Israel, a través de un proceso de paz mediado por Estados Unidos.
MIEDO A QUE SE REPITA LA “NAKBA”
Muchos palestinos acusan a Israel de haber socavado metódicamente sus perspectivas de crear un Estado mediante el aumento de la construcción de asentamientos en Cisjordania y el arrasamiento de gran parte de Gaza durante la actual guerra.
Israel rechaza la acusación, afirmando que sólo lucha para eliminar a los militantes palestinos que, según dice, suponen una amenaza existencial, y que tiene raíces históricas y bíblicas en Cisjordania.
El desplazamiento es una de las cuestiones más emotivas para los palestinos, que temen que se repita la “Nakba” (catástrofe) de 1948, cuando cientos de miles de personas fueron desposeídas de sus hogares en la guerra que dio nacimiento a Israel.
La “Nakba” ha sido una de las experiencias que han definido a los palestinos durante más de 75 años, contribuyendo a conformar su identidad nacional y proyectando su sombra sobre su conflictiva relación con Israel en las décadas posteriores.
Para los israelíes, la creación de su Estado fue un momento de alegría para un pueblo largamente perseguido.
La guerra de Gaza estalló cuando Hamás atacó el sur de Israel en octubre de 2023, matando a unas 1.200 personas y tomando 251 rehenes, según los recuentos israelíes. Unos 50 rehenes permanecen en Gaza, y se cree que 20 están vivos.
El posterior asalto de Israel al enclave palestino en su guerra contra Hamás ha matado a más de 57.000 palestinos, según el Ministerio de Sanidad de Gaza.
Algunos palestinos que se han enfrentado a los incesantes ataques aéreos israelíes y a la grave escasez de alimentos, combustible, medicinas y agua buscan una salida, según las conclusiones del Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas.
“Casi la mitad querría abandonar la Franja de Gaza si pudiera”, afirmaba el grupo en un informe de mayo.
Una propuesta vista por Reuters y que llevaba el nombre de un controvertido grupo de ayuda respaldado por Estados Unidos describía un plan para construir campos a gran escala denominados “zonas de tránsito humanitario” dentro -y posiblemente fuera- de Gaza para alojar a la población palestina.
En él se esbozaba la idea de “sustituir el control de Hamás sobre la población de Gaza”.
Por su parte, el palestino de Gaza Abu Samir el-Fakaawi afirmó: “No me iré de Gaza. Este es mi país”.
Y añadió: “Nuestros hijos martirizados en la guerra están enterrados aquí. Nuestras familias. Nuestros amigos. Nuestros primos. Todos estamos enterrados aquí. Le guste o no a Trump o a Netanyahu o a quien sea, nos quedamos en esta tierra”.
(Reporte adicional de Steven Scheer; Escrito por Michael Georgy; Editado en Español por Ricardo Figueroa)