Por Luciana Magalhaes y Ricardo Brito
BRASILIA, 10 jul (Reuters) – Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, vinculó los aranceles del 50% a Brasil con el juicio contra su aliado, el exlíder de extrema derecha Jair Bolsonaro, Washington dejó a la mayor economía de América Latina con pocas opciones para una desescalada, pero también puede haber sobreestimado la vulnerabilidad del país.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, no tiene ni la voluntad política ni la autoridad legal para interferir en el caso contra su predecesor Jair Bolsonaro, que se enfrenta a cargos de planear un golpe de Estado tras las feroces y amargas elecciones de 2022 que ganó Lula.
Brasil se encuentra en una posición más fuerte que muchos país en desarrollo dada la relativamente menor exposición comercial del país a Estados Unidos, aunque unos aranceles altos serían dolorosos.
A diferencia de la mayoría de los países del mundo, Brasil tiene un déficit comercial con Estados Unidos.
Estados Unidos recibe alrededor del 12% de las exportaciones brasileñas, menos de la mitad de lo que compra China, y sólo representa en torno al 1% del PIB. México, la segunda economía latinoamericana, envía el 80% de sus exportaciones a Estados Unidos.
“Estamos muy lejos de tener la misma vulnerabilidad que otros países respecto de Estados Unidos”, dijo un diplomático brasileño bajo condición de anonimato por no estar autorizado a hablar públicamente del asunto.
“Lamentamos que se haya tomado esta medida pero (…) no sufriremos a corto plazo el impacto brutal que tendrían otras economías”.
Los aranceles también causarían dolor en Estados Unidos.
El café brasileño, en particular, es una enorme importación estadounidense y un arancel del 50% podría disparar los precios. Otros productos, como el jugo de naranja, también podrían verse afectados.
La firma de inversión ARX considera que el impacto macroeconómico sobre la economía brasileña será “marginal y manejable”, aunque otras firmas, como Goldman Sachs, prevén que los aranceles podrían reducir entre un 0,3% y un 0,4% el PIB de Brasil si se mantienen.
ARANCELES POLÍTICOS
Como los aranceles estadounidenses están más claramente motivados por la política que otros, Lula se queda sin opciones claras de negociación.
La motivación política detrás de la amenaza arancelaria hace que sea “más difícil ver un camino de salida para Brasil en comparación con otros países que recibieron cartas arancelarias”, escribió William Jackson, economista jefe de mercados emergentes de Capital Economics.
En la carta de Trump esbozando los aranceles a Brasil, condenó lo que describió como una “cacería de brujas” contra Bolsonaro, un aliado de extrema derecha, diciendo que los gravámenes se impusieron debido “en parte a los insidiosos ataques de Brasil contra las elecciones libres, y los derechos fundamentales de libertad de expresión de los estadounidenses”.
Lula amenazó con medidas recíprocas en una dura nota publicada en las redes sociales el miércoles, y el jueves fuentes dijeron que el Gobierno podría estar buscando un cambio de rumbo y explorando cómo desescalar la situación. No estaba claro cómo.
Pero Lula no es un político que se eche atrás en una lucha. Forjado en el movimiento sindical de la década de 1980, este hombre de 79 años perdió tres elecciones presidenciales antes de ganarlas finalmente en 2002, y desde entonces ha dominado la política de izquierdas del país.
Mientras muchos otros líderes mundiales se han esforzado por aplacar a Trump, Lula le llamó el lunes “emperador”.
En su respuesta del miércoles, dijo: “Brasil es una nación soberana con instituciones independientes y no aceptará ninguna forma de tutela”.
Otro factor son los problemas internos de Lula, cuyas encuestas apuntan a una probable derrota en las elecciones del año que viene. Algunos expertos afirman que podría aprovechar el enfrentamiento con Trump para recabar apoyos.
La intervención de Trump para defender a Bolsonaro de forma tan abierta también podría ser contraproducente para la extrema derecha brasileña, considerada por muchos como la que ha invitado a esta acción que podría perjudicar a la economía de Brasil.
“El escenario más probable es que esto termine fomentando el nacionalismo en Brasil”, dijo Oliver Stuenkel, profesor de relaciones internacionales en la Fundación Getulio Vargas, en Sao Paulo.
“Si Lula sabe responder bien a esto, podría acabar fortaleciéndole, como también fortalece a otros líderes de países que sufren este tipo de injerencias”.
(Reporte de Ricardo Brito en Brasilia y Luciana Magalhaes en Sao Paulo, escrito por Manuela Andreoni; edición en español de Javier López de Lérida)