Por Jane Ross
KERRVILLE, EEUU, 10 jul (Reuters) – Miles de socorristas seguían buscando el jueves entre montones de escombros cubiertos de lodo en la región de las colinas de Texas, con la esperanza de encontrar sobrevivientes seis días después de las inundaciones repentinas que arrasaron la región y causaron al menos 120 muertos.
Una docena de estados han enviado equipos de búsqueda al condado de Kerr, donde la gran mayoría de las víctimas perecieron cuando las lluvias torrenciales enviaron un muro de agua al río Guadalupe en las horas previas al amanecer del 4 de julio.
Al menos 96 personas, entre ellas 36 niños, murieron en el condado de Kerr, según informaron las autoridades en una reunión informativa celebrada el jueves por la mañana. Otras 161 personas siguen en paradero desconocido. La última persona encontrada con vida fue el viernes, según las autoridades.
Entre los muertos había 27 campistas y miembros del personal de Camp Mystic, un retiro cristiano de verano sólo para chicas situado a orillas del río. Cinco niñas y una monitora del campamento siguen desaparecidas, según las autoridades.
El condado de Kerr se encuentra en el corazón de lo que se conoce como “el callejón de las riadas” en el centro de Texas, una región que ha sido testigo de algunas de las inundaciones más mortíferas del país.
Más de 30 centímetros de lluvia cayeron en menos de una hora en la madrugada del 4 de julio. Los medidores de crecidas mostraron que la altura del río aumentó de 30 centímetros a 10,4 metros en cuestión de horas, desbordando sus orillas y arrasando árboles y estructuras a su paso.
Cientos de miembros de la comunidad se reunieron el miércoles en un servicio religioso en el instituto Tivy de Kerrville para recordar a las víctimas. Alumnos y adultos rezaron y cantaron, y algunos se abrazaron y contuvieron las lágrimas durante el acto conmemorativo celebrado en el estadio de fútbol de la escuela.
Las autoridades del condado de Kerr se han enfrentado a preguntas sobre si se podría haber hecho más en las primeras horas para alertar a los residentes sobre la crecida de las aguas y llevar a algunos de ellos a terrenos más altos. El condado renunció hace años a instalar un sistema de alerta temprana tras no conseguir una subvención estatal.
(Reporte adicional de Jonathan Allen, Rich McKay y Andrew Hay; escrito por Joseph Ax; editado en español por Carlos Serrano)