Un hallazgo documental nazi plantea interrogantes a Argentina

Por Leila Miller

BUENOS AIRES, 15 jul (Reuters) – El funcionario de la Corte Suprema tenía un secreto para compartir cuando llamó a Eliahu Hamra, el rabino del principal centro comunitario judío de Argentina, una noche alrededor del principio de año.

El tribunal había encontrado una docena de cajas de documentos nazis en el archivo del sótano, que contenían fotos de Hitler, así como miles de libretas rojas de afiliación a organizaciones obreras nazis, sellados con la esvástica del Tercer Reich.

Silvio Robles, jefe de gabinete del presidente del tribunal, solicitó el consejo del rabino sobre cómo gestionar el descubrimiento, recordó Hamra.

Fue un tema incómodo para Argentina, hogar de la comunidad judía más grande de América Latina, pero también conocida por dar refugio a docenas de criminales de guerra nazis después de la Segunda Guerra Mundial.

Hamra señaló que le dijo a Robles que el tribunal podría enfrentar preguntas incómodas sobre cómo llegó el material nazi a su sótano.

“Le adverti si el tomo en cuenta que esto podía dejarlos pegados,” afirmo Hamra en una entrevista con Reuters.

La conversación con el rabino fue un primer paso importante en un esfuerzo coordinado entre la Corte Suprema y los líderes de la comunidad judía para sacar a la luz el conjunto de documentos.

El hallazgo apareció en un momento en que Argentina está demostrando una nueva disposición a mirar atrás a su complicada historia con los nazis en la era de la guerra.

El presidente Javier Milei, quien ha mostrado un interés personal por el judaísmo y un firme apoyo a Israel, autorizó en abril el acceso a documentos nazis, subiendo cientos de documentos desclasificados a internet. “El Gobierno argentino se compromete a esclarecer estos asuntos”, declaró Emiliano Díaz, portavoz gubernamental de Milei.

Argentina permaneció neutral durante el conflicto hasta marzo de 1945, cuando declaró la guerra a Alemania.

Tras la victoria aliada, muchos sobrevivientes del Holocausto emigraron a Argentina. También lo hicieron los criminales de guerra nazis Adolf Eichmann, principal organizador de la masacre de judíos durante el Holocausto, y Josef Mengele, médico del campo de exterminio de Auschwitz que realizó experimentos con prisioneros, a quienes el Gobierno de Juan Perón les autorizó la entrada.

Incluso décadas después, esta historia hizo que la Corte Suprema actuara con cautela respecto al descubrimiento. Se negó a responder preguntas escritas de Reuters sobre el hallazgo o a permitir que la agencia de noticias accediera a las libretas.

El tribunal ha declarado haber descubierto las cajas durante los preparativos para un nuevo museo de la Corte Suprema. Sin embargo, los documentos nazis se habían visto esporádicamente en los archivos del tribunal desde la década de 1970, según entrevistas con tres empleados judiciales y un abogado privado con conocimiento directo del asunto.

Reuters no pudo determinar por qué el conjunto de documentos no se hizo público hasta ahora.

“Los nazis en Argentina despertaron muchos sentimientos”, afirmó el historiador argentino Germán Friedmann.

NO TOCAR

Los archivos del sótano del gran edificio de piedra de la Corte Suprema de Argentina contienen cientos de miles de expedientes judiciales. Es fácil imaginar que algo podría perderse.

Los materiales nazis fueron redescubiertos en una habitación donde se guardaban muebles rotos, según dos funcionarios judiciales. Robles, alertado del hallazgo, contactó entonces a Hamra, el rabino.

Y el 9 de mayo, Hamra, Jonathan Karszenbaum, director del museo local del Holocausto y nieto de sobrevivientes, y Horacio Rosatti, presidente del tribunal, se reunieron en la sala del juez para observar cómo los trabajadores abrían las cajas de madera.

“Ni siquiera pude registrar mis propias sensaciones por lo raro del momento”, dijo Karszenbaum.

El tribunal anunció el hallazgo dos días después.

Más tarde se dijo que el descubrimiento incluía 5.000 libretas de membresía del Frente Alemán del Trabajo y de la Unión Alemana de Gremios, ambas organizaciones laborales nazis.

Pero algunas personas que trabajaron en los archivos sabían desde hace mucho tiempo de la existencia de las cajas con material nazi.

Un empleado del archivo dijo que vio las cajas en la misma sala de almacenamiento hace aproximadamente una década y vislumbró folletos con nombres alemanes en una caja parcialmente abierta.

A principios de la década de 1970, Alberto Garay, ahora abogado y experto en derecho constitucional en Buenos Aires, visitaba a un amigo que trabajaba en el archivo. Vio una pila de cuadernos rojos, con esvásticas impresas y atados con hilo, en el suelo, según comentó.

“Me sorprendí y dije ‘¿Qué tienes aquí?'”, recordó Garay. “Me dijo: ‘No toques'”.

UN BARCO Y UNA REDADA

Según la Corte Suprema, el material llegó a Argentina en 1941 a bordo de un buque japonés, como parte de un envío de 83 paquetes procedentes de la embajada alemana en Tokio. La carga fue incautada por agentes aduaneros ante la preocupación de que pudiera perjudicar la neutralidad bélica de Argentina, declaró el tribunal.

Pero para el historiador local Julio Mutti, cuyo trabajo se centra en los nazis en Argentina, eso sonaba inverosímil. En un artículo del 15 de mayo, Mutti sugirió que el tribunal había mezclado dos eventos ocurridos con un mes de diferencia: la llegada del barco japonés y un ataque a organizaciones nazis clandestinas.

Argentina albergaba a unos 250.000 germanoparlantes al estallar la Segunda Guerra Mundial. Cuando Hitler anexó Austria en 1938, más de 10.000 personas llenaron un estadio de Buenos Aires para celebrar, lo que alarmó a los habitantes locales.

En 1939, la presidencia argentina disolvió la rama local del partido nazi. Dos años después, en 1941, el Congreso argentino creó una comisión para investigar las actividades nazis en el país.

Cuando el Nan A Maru atracó en Buenos Aires, la comisión solicitó la intervención del Ministerio de Relaciones Exteriores, según una revisión de Reuters a informes de La Prensa, un popular diario argentino en aquel entonces.

Los inspectores abrieron cinco paquetes y encontraron propaganda, según informó La Prensa. Las inspecciones de los 78 paquetes restantes revelaron principalmente libros infantiles, revistas y sobres con fotografías de guerra. No se mencionó ningún carnet de afiliación.

Reuters no pudo determinar qué pasó con el cargamento confiscado.

En esa misma época la comisión también investigaba si el partido nazi prohibido y el Frente Alemán del Trabajo seguían actuando en la clandestinidad.

El 23 de julio –un mes después de la llegada del barco japonés– las autoridades allanaron las oficinas de la Unión Alemana de Gremios y de la Federación de Sociedades Alemanas de Beneficencia y Cultura, fachadas de la prohibida organización obrera y partido nazi, y confiscaron miles de cartillas rojas de afiliación, según La Prensa.

Las libretas fueron resguardados en la Corte Suprema, informó La Prensa.

Mutti, quien se enteró de las redadas a través de una investigación de archivo en 2016, había buscado las libretas en el edificio del tribunal y finalmente concluyó que habían sido incinerados para hacer espacio en el archivo.

Cuando se supo la noticia del descubrimiento de los libritos rojos en el sótano, “me di cuenta inmediatamente de dónde venían”, dijo.

En junio, la Corte Suprema dijo que estaba digitalizando y catalogando los materiales y publicó fotografías de trabajadores con máscaras y redecillas para el cabello examinando el hallazgo.

Por ahora, no está claro qué revelarán las libretas redescubiertas. Cuatro historiadores declararon a Reuters que es improbable que los cuadernos aporten información que no haya sido ya descubierta por la comisión de guerra.

Holger Meding, historiador de la Universidad de Colonia, no esperaba que las libretas cambiaran radicalmente la comprensión de los historiadores sobre las actividades nazis en Argentina. Sin embargo, afirmó: “Para los historiadores, cada pieza del mosaico es importante”.  

(Reporte de Leila Miller; Traducido por Jorge Otaola; Edición de Adam Jourdan y Suzanne Goldenberg)

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