CARACAS/VALENCIA, 22 jul (Reuters) -Un cantante venezolano que estuvo en una prisión de El Salvador fue recibido el martes con júbilo por su familia en Caracas, y recordó que pensar en sus seres queridos le dio fuerzas para soportar lo que catalogó de meses de golpes, maltrato y amenazas de muerte por parte de los guardias.
Arturo Suárez fue recibido con abrazos y lágrimas en la zona popular de El Valle, al sur de Caracas, por su hermana, su tía y varios primos. Luego habló emocionado por videollamada con su esposa e hija, quienes viven en Chile.
“Estoy en Venezuela, ya soy libre, gracias a Dios”, dijo Suárez, quien fue arrestado en febrero en Carolina del Norte mientras filmaba un video musical, antes de dar una serenata a la multitud reunida en la sala de su familia. “Estoy sin palabras, todavía no lo creo”.
Suárez se convirtió en uno de los 250 exprisioneros en retornar a casa tras ser devueltos a Venezuela la semana pasada.
Decenas de venezolanos fueron enviados a El Salvador desde Estados Unidos en marzo, después de que el presidente Donald Trump invocara la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para deportar a personas catalogadas como miembros de la pandilla Tren de Aragua sin los procedimientos migratorios habituales.
Las deportaciones provocaron fuertes críticas de grupos de derechos humanos y una batalla legal con el gobierno de Trump. Las familias y los abogados de muchos de los hombres han negado la existencia de vínculos con las pandillas.
“Pensé en mi hija, pensé en mi esposa, en mis hermanos, en mi familia. Me dio fuerza para no rendirme, para no dejarme morir, y no me dejé”, declaró a periodistas sobre su detención Suárez, quien niega vínculos con el Tren de Aragua.
Suárez y los demás detenidos fueron devueltos a Venezuela el viernes en un intercambio de prisioneros y han permanecido en Caracas para controles médicos y entrevistas con funcionarios.
Dos hermanos —Darwin Hernández, un barbero de 30 años, y Yeison Hernández, un pintor de casas de 23 años—, arrestados junto con Suárez, llegaron a casa con sus padres y otros familiares a la central ciudad de Valencia.
“Le pedía nomás a Dios la libertad, pero más que todo también que la familia estuviera con vida, para uno salir y poder disfrutar de ello como estamos ahorita”, señaló Darwin Hernández, padre de una niña de seis años.
Suárez y Hernández dijeron que los guardias de la prisión CECOT en El Salvador golpeaban a los prisioneros y les decían que sólo saldrían de la cárcel muertos. Agregó que algunos detenidos consideraron el suicidio.
Sus comentarios coincidieron con otras denuncias de abusos realizadas por detenidos en El Salvador en videos transmitidos por la televisión estatal, incluyendo un programa con el presidente venezolano Nicolás Maduro el lunes por la noche.
El fiscal general de Venezuela dijo el lunes que su oficina investigará al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y a otros altos funcionarios por presuntos abusos a detenidos. La fiscalía de El Salvador no ha respondido a las solicitudes de comentarios. Reuters no pudo confirmar las acusaciones.
Andry Hernández, un maquillador gay que fue detenido en la frontera durante el Gobierno del presidente Joe Biden, tenía un caso de asilo activo cuando fue deportado a El Salvador después de que Estados Unidos lo acusara de pertenecer a una pandilla basándose en sus tatuajes: coronas en sus muñecas que decían “mamá” y “papá”.
Sus padres lo esperaban ansiosos en Capacho, un poblado del fronterizo estado Táchira. “Todo este tiempo he dormido mal. Mi esposa me servía un plato de comida y yo me preguntaba: ¿Él estará comiendo?”, dijo Felipe, el padre de Hernández.
(Reporte de Efrain Otero en Caracas, Tibisay Romero en Valencia y Tathiana Ortiz en Capacho. Información adicional de Sarah Kinosian en Ciudad de México.Editado por Javier Leira)