Por Olivia Le Poidevin, Charlotte Greenfield y Jennifer Rigby
GINEBRA/JERUSALÉN, 25 jul (Reuters) – Gaza está a punto de quedarse sin los alimentos terapéuticos especializados necesarios para salvar las vidas de niños gravemente desnutridos, según afirman las Naciones Unidas y las agencias humanitarias.
Salim Oweis, portavoz de UNICEF en Ammán, Jordania, declaró a Reuters el jueves que los suministros de alimentos terapéuticos listos para usar (RUTF, por sus siglas en inglés), un tratamiento crucial, se agotarían a mediados de agosto si nada cambiaba.
“Eso es realmente peligroso para los niños, debido a que en estos momentos se enfrentan al hambre y la desnutrición”, añadió.
Oweis dijo que a UNICEF solo le quedaban suficientes RUTF para tratar a 3.000 niños. Solo en las dos primeras semanas de julio, UNICEF trató a 5.000 niños que sufrían desnutrición aguda en Gaza.
Los suministros de RUTF, ricos en nutrientes y calorías, como las galletas de alto valor energético y la pasta de cacahuete enriquecida con leche en polvo, son fundamentales para tratar la desnutrición grave.
“La mayoría de los suministros para el tratamiento de la desnutrición se han consumido y lo que queda en los centros se agotará muy pronto si no se repone”, declaró el jueves un portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS dijo que un programa que tenía como objetivo prevenir la desnutrición entre los más vulnerables de Gaza, incluidas las mujeres embarazadas y los niños menores de cinco años, podría tener que interrumpir su trabajo, ya que se están agotando los suplementos nutricionales.
Las reservas de alimentos de Gaza se han ido agotando desde que Israel, en guerra con el grupo miliciano palestino Hamás desde octubre de 2023, cortara todos los suministros al territorio en marzo. En mayo levantó ese bloqueo pero con restricciones que dice son necesarias para evitar que la ayuda se desvíe a los grupos milicianos.
Como resultado, las agencias internacionales de ayuda afirman que solo un goteo de lo que se necesita, incluidos medicamentos, está llegando actualmente a la población de Gaza.
Israel afirma que se compromete a permitir la entrada de ayuda, pero que debe controlarla para evitar que los milicianos la desvíen. Afirma que ha dejado entrar suficientes alimentos en Gaza durante la guerra y culpa a Hamás del sufrimiento de los 2,2 millones de habitantes de Gaza.
COGAT, la agencia israelí de coordinación de la ayuda militar, en respuesta a preguntas enviadas por correo electrónico sobre el abastecimiento de RUTF, afirmó que estaba trabajando con organizaciones internacionales para mejorar la distribución de la ayuda desde los pasos fronterizos, donde esperaban cientos de camiones de ayuda.
Save the Children, que dirige una clínica que ha tratado a un número creciente de niños desnutridos en el centro de Gaza, dijo que no había podido introducir sus propios suministros desde febrero y que dependía de las entregas de Naciones Unidas.
“Si se van a agotar, eso también afectará a los socios de UNICEF y a otras organizaciones que dependen de sus suministros para atender a los niños”, afirmó Alexandra Saieh, responsable mundial de Política Humanitaria y Defensa de Save the Children.
UNICEF señaló que desde abril hasta mediados de julio, 20.504 niños fueron ingresados con desnutrición aguda. De ellos, 3.247 sufrían desnutrición aguda grave, casi el triple que en los tres primeros meses del año. La desnutrición aguda grave puede causar la muerte y problemas de desarrollo físico y mental a largo plazo en los niños que sobreviven.
La OMS informó el miércoles de que 21 niños menores de cinco años figuraban entre los fallecidos por desnutrición en lo que va de año.
Dos palestinos más murieron de hambre durante la noche, según informó el jueves el Ministerio de Sanidad de Gaza, con lo que el número total de personas que han muerto de inanición asciende a 113, la mayoría de ellas en las últimas semanas, a medida que una ola de hambre se abate sobre el enclave palestino.
(Información de Charlotte Greenfield en Jerusalén, Olivia Le Poidevin en Ginebra y Jennifer Rigby en Londres; información adicional de Nidal al-Mughrabi en El Cairo y Jehad Shalbak en Ammán; edición de Peter Graff; editado en español por Irene Martínez)