Por Jesús Bustamente y Lizbeth Diaz
CULIACÁN, México, 25 jul (Reuters) – Jazmín, una vendedora de artículos alusivos a Culiacán, en el estado mexicano Sinaloa, asegura que los pocos turistas en la zona ya no buscan afiches de los capos “El Chapo” Guzmán o Ismael “El Mayo” Zambada, alguna vez los mexicanos más famosos de la ciudad.
Los artículos con las caras de los capos, que durante años tuvieron una gran demanda, se han convertido en un recordatorio de la terrible violencia provocada por una supuesta traición que condujo a la detención de Zambada hace un año en Estados Unidos y avivó los enfrentamientos entre facciones rivales del Cártel de Sinaloa, del que el ahora encarcelado “El Mayo” es cofundador.
La mujer, quien prefirió no usar su apellido por seguridad, se ha visto obligada a cerrar su negocio más temprano, como otros cientos de comerciantes, ante los enfrentamientos y crímenes que se han vuelto cotidianos en Culiacán tras la captura de Zambada, en un tácito toque de queda impuesto por la propia población en la ciudad que se ha vuelto la más violenta del país pese a los esfuerzos del Gobierno por “pacificarla”.
“La vida en Culiacán ya no es la misma”, aseguró un funcionario local quien prefirió el anonimato por temor a represalias. “Aquí ya no hay fiesta, hay miedo”, lamentó y dijo que incluso las escuelas prefieren dar clases en línea y la vida nocturna ha desaparecido.
Los homicidios en Sinaloa han crecido vertiginosamente en el último año, cuando se han registrado 1,632, más del triple de los contabilizados entre julio del 2023 y el séptimo mes del 2024, según datos oficiales estatales, que señalan que las desapariciones sumaban más de 1,500 de septiembre de 2024 a la fecha.
“El Mayo” fue detenido en julio del 2024 en un aeródromo en El Paso, Texas, junto con Joaquín Guzmán López, uno de los cuatro hijos de “El Chapo” -conocidos como Los Chapitos- quienes heredaron la facción de su padre. Su hermano Ovidio Guzmán se declaró culpable este mes en Estados Unidos de cuatro cargos penales en dos casos de narcotráfico relacionados con el Cártel de Sinaloa.
Zambada, uno de los narcotraficantes más importantes de la historia de México, se dijo dispuesto en febrero a declararse culpable de cargos relacionados con trasiego de drogas a Estados Unidos, lavado de dinero y posesión de armas si un acuerdo con fiscales estadounidenses lo exime de la pena de muerte.
La violencia en Sinaloa no ha podido ser contenida por la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, cuyo gobierno está bajo una constante presión de su homólogo estadounidense, Donald Trump, para combatir con contundencia a los cárteles de la droga, a los que responsabiliza del tráfico de fentanilo que ha provocado la muerte de miles de personas en Estados Unidos.
“Estamos trabajando y vamos a pacificar Sinaloa”, dijo Sheinbaum el viernes en su conferencia de prensa matutina sobre la situación en el estado a un año de la captura de Zambada.
Trump dijo la semana pasada que las autoridades mexicanas están “petrificadas” ante los cárteles de la droga, que aseguró tienen un enorme control en el país y sobre políticos mexicanos. “No podemos permitir que eso suceda”, sentenció.
Sheinbaum ha enviado miles de elementos de seguridad entre soldados, marinos y policías fuertemente armados a Sinaloa con helicópteros, vehículos blindados, armas de alto calibre y drones para patrullar la zona. Tan solo esta semana 1,800 elementos llegaron al estado.
El secretario de seguridad de México, Omar García, afirmó en una reciente visita a Sinaloa que la prioridad es “devolver la paz a las familias”, pero expertos y funcionarios coinciden en que los niveles de violencia son los más altos desde la última gran escisión entre grupos criminales en 2008, cuando el Cártel de Sinaloa rompió una alianza con el de los hermanos “Beltrán Leyva”.
“Una cosa es romper un pacto por traición, como ocurrió en aquel momento, y otra es entregar a un importante socio, como ocurrió el año pasado”, dijo Tomás Guevara, experto en temas de seguridad en Sinaloa, refiriéndose a Zambada. “El tema actualmente es más escabroso”, afirmó.
Pese a la presencia de las fuerzas de seguridad, no cesan los hallazgos de cadáveres, en ocasiones apilados por decenas, cuerpos colgados de puentes y mutilados con mensajes de venganza entre grupos rivales.
Jazmín, dice que los escasos visitantes ahora compran imanes, llaveros y tazas porque “hasta a los turistas les ha de dar miedo” llevarse “recuerdos” de los capos más conocidos del país y desea que “pare” la violencia por el bien de los niños.
“Me imagino que en algún tiempo de la vida va a volver a venir turismo a Culiacán”, dijo esperanzada.
(Reporte de Jesús Bustamente en Culiacán y Lizbeth Díaz, en Ciudad de México; Editado por Adriana Barrera)