Por Emily Rose
JERUSALÉN, 26 ago (Reuters) – Mientras los israelíes organizaban un “Día de la Disrupción” para presionar a su Gobierno a fin de conseguir la liberación de los rehenes en Gaza, Doron Steinbrecher reflexionó sobre sus 471 días de cautiverio y dijo que esperaba que todos los rehenes restantes fueran liberados pronto.
“Les rogué que no me mataran”, dijo en una entrevista con Reuters, mientras las familias de los rehenes se reunían para pedir el fin de la guerra de casi dos años.
Ahora solo puede rezar para que los 50 rehenes que quedan en Gaza, de los que Israel cree que unos 20 siguen vivos, sean liberados, a pesar de los numerosos intentos fallidos de los mediadores por conseguir un alto el fuego entre Israel y Hamás.
Sus amigos, los hermanos gemelos Gali y Ziv Berman, siguen retenidos por el grupo miliciano palestino que atacó Israel el 7 de octubre de 2023, mató a 1.200 personas y tomó como rehenes a 251, que fueron trasladadas a Gaza, según el recuento de Israel.
El ataque desencadenó la campaña militar de Israel en Gaza, en la que han muerto más de 62.000 palestinos, según las autoridades sanitarias de Gaza, y se ha extendido el hambre.
“Lo importante ahora es traer a todos los rehenes a casa. A cada momento, a cada segundo, están en peligro, porque no hay comida, no hay agua y la situación sanitaria es muy mala”, dijo.
“Sé lo que están pensando ahora y cómo se sienten. Temen por su vida en todo momento. Todos los días te vas a dormir y no sabes si te despertarás”, añadió.
Steinbrecher, de 32 años, estuvo cautiva bajo tierra y dijo que desarrolló un fuerte vínculo con otras jóvenes retenidas junto a ella.
“En los túneles no hay luz ni aire fresco”, dijo. “No sabes si es de día o de noche”. En uno de los túneles, apenas podía mantenerse en pie.
Los milicianos de Hamás le dijeron que si oían acercarse al ejército israelí, la ejecutarían inmediatamente.
Sometida a una intensa presión psicológica, Steinbrecher afirmó que se le prohibía mostrar emociones y que rara vez se le permitía lavarse. Mendigar para comer formaba parte de su día a día.
PROTESTAS PARA PONER FIN A LA GUERRA
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha prometido destruir a Hamás. A pesar de las protestas nacionales y la condena internacional, Israel se prepara para lanzar una nueva ofensiva en la ciudad de Gaza, en lo que describe como el último bastión de los milicianos.
Mientras aumenta la presión sobre Netanyahu para que llegue a un acuerdo que libere a los rehenes restantes, ministros de extrema derecha cruciales para su supervivencia política han amenazado con derribar su Gobierno si termina la guerra.
Manifestantes israelíes han participado en protestas semanales pidiendo un acuerdo que libere a todos los rehenes y ponga fin a la guerra. El martes, los manifestantes bloquearon carreteras en Tel Aviv y otros lugares de Israel, y se esperaba que una concentración ante el cuartel general de defensa israelí atrajera a miles de personas.
El calvario de Steinbrecher comenzó a primera hora de la mañana del 7 de octubre, cuando se disponía a salir a correr por los campos que rodean su comunidad, el kibutz de Kfar Aza, en el sur de Israel.
Tras oír disparos de cohetes, se escondió debajo de una cama.
Unos combatientes armados irrumpieron en su casa y rociaron la cama con balas, una de las cuales le pasó cerca de la cabeza, según relató. Los atacantes estaban a punto de marcharse cuando uno de ellos levantó el colchón y la encontró.
En enero fue liberada gracias a un acuerdo entre Israel y Hamás, pero afirma que no podrá seguir adelante hasta que todos los rehenes regresen a Israel.
“Tuve el privilegio de volver a casa y ellos también se lo merecen”, dijo Steinbrecher.
(Edición de Michael Georgy y Ros Russell; edición en español de Paula Villalba)