Etiopía y Eritrea van camino de la guerra, advierten dirigentes de Tigré

NAIROBI, 13 mar (Reuters) – Etiopía y Eritrea, enemigos desde hace mucho tiempo, podrían encaminarse hacia la guerra, según han advertido altos cargos de una inquieta región etíope que se encuentra en el centro de las tensiones, con el riesgo de que se produzca otro desastre humanitario en el Cuerno de África.

Los enfrentamientos directos entre dos de los ejércitos más grandes de África supondrían un revés mortal para un acercamiento histórico por el que el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, ganó el Premio Nobel de la Paz en 2019 y podrían afectar a otras potencias regionales, dijeron los analistas.

También crearían probablemente otra crisis en una región donde los recortes de ayuda han complicado los esfuerzos para asistir a millones de personas afectadas por conflictos internos en Sudán, Somalia y Etiopía.

“En cualquier momento podría estallar la guerra entre Etiopía y Eritrea”, escribió el lunes el general Tsadkan Gebretensae, vicepresidente de la administración interina de la región etíope de Tigré, en la revista Africa Report.

Una guerra civil en Tigré en 2020-2022 entre el Frente de Liberación del Pueblo de Tigré (TPLF, por sus siglas en inglés) y el Gobierno central de Etiopía causó la muerte de cientos de miles de personas.

El temor a un nuevo conflicto está relacionado con la escisión del TPLF el año pasado en una facción que ahora administra Tigré con el beneplácito del Gobierno federal de Etiopía y otra que se le opone.

El martes, la facción disidente, a la que Tsadkan acusó de buscar una alianza con Eritrea, se hizo con el control de la ciudad septentrional de Adigrat.

Getachew Reda, jefe de la administración interina de Tigré, pidió a su vez apoyo al Gobierno contra los disidentes, que niegan vínculos con Eritrea.

“Existe un claro antagonismo entre Etiopía y Eritrea”, dijo Getachew en una conferencia de prensa el lunes. “Lo que me preocupa es que el pueblo tigranio pueda volver a ser víctima de una guerra en la que no cree”.

‘YESCA SECA A LA ESPERA DE UNA CERILLA’

El Gobierno federal de Etiopía no ha hecho comentarios sobre las tensiones. El ministro de Información eritreo tachó las advertencias de Tsadkan de “psicosis belicista”.

Sin embargo, Eritrea ordenó una movilización militar en todo el país a mediados de febrero, según la organización británica Human Rights Concern – Eritrea.

Asimismo, Etiopía desplegó tropas hacia la frontera eritrea este mes, según dijeron a Reuters dos fuentes diplomáticas y dos representantes tigranios, que pidieron no ser nombrados debido a lo delicado de la situación.

Reuters no pudo verificar de forma independiente estos hechos. Los portavoces de los Gobiernos eritreo y etíope no respondieron a las peticiones de comentarios.

Payton Knopf y Alexander Rondos, exenviados de Estados Unidos y la UE a la región, afirman que las perspectivas de una nueva guerra son reales.

“El deterioro de la situación política y de seguridad en Tigré es yesca seca a la espera de una cerilla”, escribieron el miércoles en un ensayo para la publicación estadounidense Foreign Policy.

Las relaciones entre Etiopía y Eritrea son tensas desde hace mucho tiempo.

Eritrea se separó de Etiopía en 1993, tras 30 años de lucha por la independencia. Los países libraron entonces una guerra fronteriza entre 1998 y 2000.

Permanecieron formalmente en guerra hasta 2018, cuando Abiy y el presidente eritreo Isaias Afwerki acordaron normalizar los lazos. Las tropas eritreas incluso apoyaron a las fuerzas federales etíopes contra los rebeldes liderados por el TPLF durante la guerra civil de Tigré.

Pero la exclusión de Eritrea de las posteriores negociaciones de paz volvió a enfriar las relaciones.

Los dirigentes eritreos se han irritado ante las repetidas declaraciones públicas de Abiy desde 2023 de que Etiopía, país sin litoral, tiene derecho a acceder al mar, comentarios que algunos analistas consideran una amenaza implícita de acción militar contra Eritrea, que se encuentra en el mar Rojo.

El pasado mes de octubre, Eritrea, un Estado autoritario e insular, firmó un pacto de seguridad con Egipto y Somalia que, según la opinión general, pretendía contrarrestar las posibles ambiciones expansionistas de Etiopía.

(Reporte de Aaron Ross y Giulia Paravicini; edición de Ammu Kannampilly, Joe Bavier y Janet Lawrence; editado en español por Tomás Cobos)

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