Por Dave Sherwood
SANTIAGO DE CUBA, Cuba, 14 abr (Reuters) – En una mañana reciente el disidente José Daniel Ferrer salió al portal de su casa en Santiago de Cuba, estrechó manos y preguntó por la salud de la gente mientras saludaba a un pequeño grupo de ancianos y enfermos reunidos en su puerta.
Él, su esposa Nelva Ismarays Ortega y una docena de empleados distribuían raciones de alimentos de papa hervida, yuca, calabaza, pollo, arroz y espaguetis cocinados en calderos de acero sobre un fuego abierto en su patio trasero.
Este hombre de 54 años y gafas -fundador en 2011 del grupo opositor Unión Patriótica Nacional (Unpacu)- es uno de los últimos disidentes de perfil más alto que quedan en la isla.
En una entrevista la semana pasada en su casa en un barrio en las afueras de Santiago, dijo a Reuters que su verdadero objetivo era traer un “cambio democrático” en Cuba.
“El activismo político es mi razón de ser”, dijo Ferrer, con un tono imponente mientras estaba sentado en su casa en la segunda ciudad más grande del país, a 12 horas en auto por carreteras llenas de baches desde La Habana.
“La única solución para el hambre aquí y en toda Cuba es traer la democracia”. Este tipo de bravuconadas son casi inauditas en la isla, que por ley es un estado socialista unipartidista que no tolera la disidencia.
Ferrer dijo que puso en marcha su comedor a principios de este año y en abril ya servía más de 1.000 raciones al día. Pero entonces, añadió, que la seguridad del Estado acordonó la zona alrededor de su casa, amenazando a los que llegaban con la detención o la retirada de los beneficios del Gobierno, complicando la compra de alimentos.
El Gobierno cubano no respondió a una solicitud de comentarios sobre las acciones de Ferrer, respaldados por otros disidentes y su equipo de labores.
Josefina Reyes, de 34 años, dijo que comenzó a ayudar en la cocina hace dos meses, y que recientemente recibió amenazas de parte de la seguridad del Estado por su participación.
“Que yo sepa no he hecho nada malo”, dijo Reyes.
Reuters no observó ninguna actividad policial durante una visita de aproximadamente cinco horas al barrio.
“Apoyamos a José Daniel mientras proporciona ayuda vital a la población de Santiago de Cuba”, escribió en X la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos el 2 de abril. “El régimen cubano debe centrarse en atender a su pueblo y no en reprimirlo: los responsables rendirán cuentas”.
Cuba sostiene que el embargo comercial estadounidense de décadas -más las nuevas sanciones impuestas por la administración del presidente Donald Trump- son las causas principales de los problemas económicos casi catastróficos, la escasez y la rápida disminución de los servicios sociales.
Durante décadas, el Gobierno cubano ha ofrecido a sus ciudadanos alimentos, combustible y asistencia sanitaria profundamente subvencionados, y gestiona casi 1.500 comedores sociales propios, según el Ministerio de Comercio Interior.
La semana pasada cuatro comedores públicos en La Habana fueron visitados por Reuters y ofrecían a los necesitados comidas a base de arroz y verduras, ensalada de pepino y pan.
Los precios oscilaban entre 2 pesos (menos de 1 centavo de dólar) y un máximo de 25 pesos (7 centavos).
Adolfo Guillermo Mateo, de 75 años, dijo al llegar a un pequeño comedor público del centro de La Habana que las comidas subvencionadas le habían servido durante casi una década para desayunar, almorzar y cenar.
“A veces la comida es buena, a veces regular, pero los trabajadores hacen lo que pueden para darnos el mejor servicio posible”, dijo Mateo.
Ferrer fue uno de los más de 500 presos puestos en libertad condicional a principios de este año tras un acuerdo entre la administración del expresidente estadounidense Joe Biden y Cuba, con la mediación del Vaticano.
El Gobierno cubano describe a Ferrer como un peón financiado por el Gobierno estadounidense y le acusa de fomentar el malestar.
Ferrer, quien ha abogado por un cambio no violento a través de la desobediencia civil, dijo que en 2025 no había recibido financiación del Gobierno estadounidense y que sus alrededor de 400 donantes hasta la fecha eran principalmente “trabajadores cubanos independientes”, la mayoría residen en Estados Unidos y aportan pequeñas sumas a su causa.
Tres miembros de la línea dura de la Fundación Nacional Cubano Americana en Miami, dijo, también han proporcionado capital inicial para su proyecto este año desde sus cuentas personales.
“Para ser eficaces, es muy importante que las políticas nos permitan aliviar la escasez, el hambre y la miseria extrema en Cuba”, dijo. “Esperamos que Estados Unidos libere fondos para ayudar”.
(Reporte de Dave Sherwood en Santiago de Cuba y La Habana, reporte adicional de Norlys Pérez y Mario Fuentes)