Por Jana Choukeir
BEIRUT, 10 sep (Reuters) – Omar Abu Kuwaik, de seis años, sigue creyendo que para su próximo cumpleaños le habrá vuelto a crecer la mano que le falta.
Es uno de los miles de niños palestinos que han perdido miembros y seres queridos en la campaña de bombardeos israelíes de la Franja de Gaza.
“Volverá a ser grande cuando cumpla siete años”, le dice a su tía, frotándose suavemente el brazo izquierdo, que termina justo debajo del codo.
Omar fue el único superviviente de un ataque aéreo israelí que arrasó la casa de sus abuelos en Gaza en diciembre de 2023, matando a sus padres, a su hermana y a toda su familia.
Forma parte de un pequeño grupo de familias gazatíes que llegaron a la capital libanesa, Beirut, a principios de este mes para recibir tratamiento médico.
Su tía Maha Abu Kuwaik dice que ahora la llama “mamá”.
“Ahora le da miedo todo: dormir, los médicos, cualquier ruido fuerte. Me pide que no esté triste. ‘Sonríe, mamá’, me dice. ‘No me gusta que la gente llore'”, dijo a Reuters, con la voz entrecortada.
Omar fue sacado de entre los escombros con quemaduras graves, una pierna destrozada y sin la mano izquierda por la explosión.
Con los hospitales de Gaza en ruinas, Maha pidió ayuda a la Organización Mundial de la Salud, que ayudó a evacuar a Omar a Egipto para que recibiera tratamiento básico antes de su traslado al Líbano.
Maha tuvo que dejar a sus propios hijos en Gaza para acompañar a Omar.
“Fue la decisión más difícil de mi vida: dejar a mis hijos en una zona de guerra”, dijo. “Pero Omar no tenía a nadie más. No podía dejarle”.
Los médicos de Beirut están estudiando la posibilidad de poner a Omar una prótesis de mano y practicarle una cirugía reconstructiva.
“ERES UN HÉROE”
Amir Hajjaj, de catorce años, solo recuerda instantáneas de la noche en que su mundo cambió: un destello rojo, una explosión y luego el silencio.
“Estaba sentado en una silla”, dice en voz baja, “y entonces todo se volvió rojo y me encontré en el suelo. Ni siquiera sabía qué había pasado”.
Un ataque israelí alcanzó la casa de su familia en el norte de Gaza a finales de 2023. La metralla le atravesó ambos hombros, la pierna y la mano. Sangró durante horas mientras los tanques israelíes bombardeaban su calle durante su huida, dijo Alaa, la hermana mayor de Amir.
“No paraba de decir: ‘Dejadme, salvaos vosotros'”, recuerda Alaa. “Pero, ¿cómo iba a dejarle atrás?”
Amir se desangró durante cuatro días en un hospital abarrotado. Cuando los médicos llegaron a él, ya era demasiado tarde para salvarle los dedos de la mano derecha.
Fue evacuado a El Cairo, donde el Fondo Palestino de Ayuda a la Infancia organizó más tarde su traslado a Beirut. Ahora está esperando tratamiento nervioso y fisioterapia.
“Intenta esconder la mano en las fotos. Yo le digo: ‘Eres un héroe'”, dijo Alaa a Reuters.
Al menos 45.000 niños han resultado heridos en Gaza, muchos de ellos con lesiones que les han cambiado la vida, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Más de 18.000 niños han muerto en la guerra, de un total de 64.000 víctimas mortales.
Israel comenzó su ofensiva en Gaza después de que el grupo miliciano palestino Hamás lanzara un ataque transfronterizo contra Israel en el que murieron 1.200 personas, según Israel. Controla todas las entradas y salidas del enclave y prosigue su ofensiva en la ciudad de Gaza a pesar de la creciente presión internacional.
Los esfuerzos más recientes para evacuar a los civiles se han estancado repetidamente debido a los incesantes ataques aéreos, la diezmada infraestructura y los cambios en las rutas de evacuación israelíes.
Olfat Abdulkarim Abdallah, madre de tres hijos, llegó al Líbano con sus dos hijas heridas: Mays, de 5 años, que tiene tres fracturas y un nervio desgarrado en la pierna, y Aya, de 7 años, que perdió la pierna derecha.
Un ataque israelí destrozó su casa en Gaza el 8 de noviembre de 2023. “Ni siquiera oí la explosión”, dijo Olfat, con la voz apenas susurrada.
“Solo oí gritar a Aya. Mays no hizo ningún ruido. Se limitó a mirar la sangre que manaba de ella”.
Olfat se aferra a la esperanza de que el dolor de sus hijas pueda finalmente dar paso a la curación. Los médicos del Centro Médico de la Universidad Americana de Beirut y del Fondo para la Infancia Ghassan Abu Sittah dijeron que Aya necesitará una nueva extremidad, mientras que Mays podría volver a caminar solo con fisioterapia.
“Me aferro a la posibilidad de que este tratamiento les dé una vida mejor que los horrores que han vivido”, dijo su madre.
(Información de Jana Choukeir; edición de Maya Gebeily y Peter Graff; edición en español de María Bayarri Cárdenas)